I. Introducción: dos modelos en confrontación
El lanzamiento de la Operación Carbono Oculto el 28 de agosto de 2025 no debe verse simplemente como una operación importante para combatir el fraude en el sector de los combustibles. Debe entenderse como la manifestación concreta de un dilema estructural: Brasil coexiste simultáneamente con dos sistemas que compiten por el poder de regular las cadenas de producción y los flujos económicos. Por un lado, la gobernanza criminal, organizada en facciones que ejercen control sobre la logística, las finanzas y los territorios sociales. Por otro lado, la gobernanza aduanera, que debería garantizar la trazabilidad, la transparencia y la seguridad, sigue siendo incompleta y, a menudo, se limita a la recaudación de ingresos.
Esta tensión no es reciente ni exclusiva de Brasil. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando la lógica de la seguridad internacional transformó la agenda comercial global, las agencias aduaneras de todo el mundo se han visto llamadas a asumir un papel más amplio: no solo recaudar impuestos, sino también proteger las cadenas de suministro contra el terrorismo, el crimen organizado y el lavado de dinero. Fue en este contexto que surgieron programas como el CTPAT en Estados Unidos y las versiones regionales del Operador Económico Autorizado (OEA), inspirados en el Marco SAFE de la Organización Mundial de Aduanas (OMA).
Sin embargo, las aduanas brasileñas siguieron una trayectoria diferente. A pesar de los avances institucionales, siguieron estando fuertemente guiadas por criterios tributarios. Su identidad sigue siendo la de recaudador de impuestos y gestor burocrático, más que la de agente central de la seguridad económica. El contraste es aún más evidente al compararlo con el Código Aduanero de la Unión Europea (CAU) o con experiencias asiáticas, como las de Singapur y Corea del Sur, que han transformado sus aduanas en componentes clave de las políticas de seguridad nacional y competitividad.
Esta brecha ya se había puesto de manifiesto en debates regionales. En la revista Perfil Aduanero (número 4, agosto de 2025), en el artículo «Aduanas, seguridad estratégica y guerra logística: notas para una nueva arquitectura de control internacional», se argumentó que el modelo actual de análisis aduanero, excesivamente fiscal, carece de una doctrina de seguridad nacional e internacional. Carbono Oculto confirma empíricamente este diagnóstico. Mientras las aduanas brasileñas permanecieron vinculadas a la recaudación tributaria, la gobernanza criminal se expandió, ocupando cadenas estratégicas y configurando un régimen regulatorio paralelo.
II. La fortaleza de la gobernanza criminal
La Operación Carbono Oculto expuso la magnitud y la sofisticación de la gobernanza criminal en Brasil. Las cifras hablan por sí solas: R$52 mil millones en transacciones financieras sospechosas, R$10 mil millones en importaciones de combustibles y productos químicos, R$8.67 mil millones en créditos fiscales indebidos y R$30 mil millones protegidos en fondos de inversión cerrados. Estas cifras son comparables a las de los grandes conglomerados privados, pero operaban a través de estructuras ilegítimas y redes clandestinas.
En logística, el Puerto de Paranaguá (PR) se convirtió en el epicentro del esquema. Declarado como insumo industrial, el metanol ingresaba regularmente, pero se desviaba para adulterar gasolina a tasas cincuenta veces superiores al límite de la Agencia Nacional del Petróleo (ANP). Esta adulteración masiva no solo perjudicó a los consumidores y a las autoridades fiscales, sino que también comprometió la calidad ambiental y la competitividad de los operadores habituales.
El modelo funcionó en tres niveles articulados:
- Formuladores que omitieron volúmenes de gasolina tipo A en sus registros;
- Distribuidores que evadieron impuestos en la venta de diésel tipo B;
- Gasolineras que adulteraron la cantidad y calidad del producto final.
Este acuerdo se ajusta a la definición de «contrabando técnico» de Joe Henry Thompson: operaciones formalmente regulares, con documentación aparentemente correcta, pero esencialmente fraudulentas. Su aparente legalidad se convierte en un escudo protector contra la delincuencia.
Pero el poder de la gobernanza criminal en Brasil no se limita al sector de los combustibles. Casos recientes demuestran la misma lógica en otros mercados estratégicos:
- Minería ilegal en la Amazonía, donde el oro extraído sin licencia se exporta con documentación falsa, pasando muchas veces por países vecinos antes de llegar a los mercados internacionales.
- Contrabando de cigarrillos desde Paraguay, con distribución a escala industrial en más de 20 estados brasileños, estructurado por sofisticadas redes logísticas que combinan flujos legales e ilegales.
- Telecomunicaciones piratas, con cables y equipos de contrabando, integrando redes clandestinas que prestan servicios de internet en comunidades dominadas por facciones.
Estos ejemplos refuerzan que la gobernanza criminal no se limita a nichos específicos. Se trata de un modelo económico paralelo, con una lógica empresarial, una división de funciones y la capacidad de abarcar sectores enteros de la economía formal.
La superintendente de la 8ª Región Fiscal, Márcia Meng, resumió esta lógica de manera contundente:
Se apoderaron de cada eslabón de la cadena de suministro de combustible. La diferencia radica en el sistema bancario. Hoy, el dinero ya no está enterrado; se vuelve financiable y se coloca en los mercados de capitales.
Su declaración es reveladora: el gobierno criminal ya no se conforma con operar al margen de la informalidad. Avanza hacia una aparente legalidad, transformándose en un sistema paralelo de regulación económica. Al controlar la logística, las finanzas y la distribución, crea previsibilidad y seguridad, no para la sociedad, sino para sus propios operadores.
Éste es el poder del gobierno criminal: ofrecer un régimen funcional que satisfaga los intereses privados, incluso si destruye el interés público.
III. El eje financiero: la bancarización del crimen
Si en el ámbito logístico Carbono Oculto demostró cómo el fraude se materializa en el combustible adulterado, en el terreno financiero la operación reveló algo aún más grave: la capacidad del crimen para competir directamente con los mercados de capitales.
La investigación de la Secretaría de Hacienda reveló que una empresa fintech movió R$46 mil millones en tan solo cuatro años, actuando como un auténtico banco en la sombra. Esta institución, aparentemente obediente, fue utilizada para procesar transacciones financieras que parecían fondos lícitos procedentes de fuentes delictivas. Al mismo tiempo, se identificaron 11.000 depósitos en efectivo por un total de R$61 millones, una práctica clásica de fragmentación de fondos ilícitos para evadir los mecanismos de supervisión.
El plan se completó con la participación de más de 40 fondos de inversión de capital fijo, que captaron aproximadamente R$30 mil millones. Estos recursos se reinvirtieron en activos tangibles: plantas de etanol, terminales portuarias, una flota de 1.600 camiones y bienes raíces de lujo. Este es un patrón típico del llamado lavado de dinero basado en el comercio (TBML), en el que el fraude en el comercio exterior se convierte en una herramienta para el lavado de dinero y la multiplicación de activos.
Este diseño confirma la advertencia de Joe Henry Thompson (2024): el fraude fiscal y aduanero constituye uno de los delitos precedentes más eficaces para el “lavado de dinero”, porque proporciona la cobertura documental y la legitimidad formal necesarias para la inserción de dinero sucio en el sistema financiero.
Comparaciones internacionales
Brasil no es el único país. En México, investigaciones recientes han demostrado que los cárteles utilizaban importaciones ficticias de gasolina y diésel para justificar miles de millones de dólares en transacciones con bancos nacionales y extranjeros. En Colombia, redes criminales vinculadas al narcotráfico fueron descubiertas utilizando empresas exportadoras de carbón y flores como fachada para operaciones de sobrefacturación y subfacturación, convirtiendo las ganancias ilícitas en ingresos formalmente regulares.
Estos ejemplos demuestran que la gobernanza criminal opera a escala transnacional y utiliza mecanismos financieros sofisticados:
- Fintechs creadas o capturadas para movimiento camuflado;
- Fondos de inversión cerrados, con baja transparencia y poca regulación;
- Los offshores y fideicomisos, que ocultan al beneficiario final;
- Interposición de empresas fantasma en zonas francas y regímenes aduaneros especiales.
La advertencia del GAFI
El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) ha advertido reiteradamente sobre el riesgo del blanqueo de capitales basado en el comercio (TBML) como uno de los métodos más difíciles de detectar y eficaces para las redes delictivas globales. Informes recientes destacan que los países que no integran plenamente sus sistemas aduaneros y financieros en tiempo real tienden a ser vulnerables a estas tramas.
En el caso brasileño, Carbono Oculto es un ejemplo emblemático: la falta de integración efectiva entre las aduanas, el sistema financiero y los órganos de control permitió que miles de millones circularan con apariencia de legalidad, aunque estuvieran respaldados por operaciones fraudulentas.
Conclusión parcial
El eje financiero de Carbono Oculto demuestra que la gobernanza criminal no se limita a la evasión fiscal. Construye estructuras bancarias y de protección de activos que rivalizan con el sistema financiero formal, erosionando la credibilidad institucional y exponiendo al país a riesgos reputacionales internacionales.
IV. Evidencia empírica de la gobernanza criminal
El Carbono Oculto no debe verse como un episodio aislado, sino como una manifestación local de un fenómeno regional más amplio: la consolidación de la gobernanza criminal como forma de organización social y económica.
En 2025, Cambridge University Press publicó el estudio «Gobernanza Criminal en América Latina: Prevalencia y Correlatos», que aportó evidencia cuantitativa sin precedentes. La investigación se basó en datos de la encuesta Latinobarómetro de 2020, que analizó las respuestas de más de 20.000 encuestados en 18 países latinoamericanos. La pregunta clave fue si los ciudadanos percibían que los grupos criminales ejercían funciones de orden, protección o regulación en sus comunidades.
El resultado fue alarmante: el 14% de la población latinoamericana declaró vivir bajo alguna forma de gobierno criminal. Esto significa que aproximadamente 86 millones de personas en la región conviven directamente con facciones que sustituyen o complementan al Estado.
El caso brasileño
En Brasil, la tasa fue aún mayor: el 26% de la población, equivalente a entre 50 y 61 millones de personas, declaró estar bajo la influencia de un delincuente. Esta cifra es comparable a la población total de países como Italia o Sudáfrica.
Más allá de su magnitud, el estudio reveló otra dimensión inquietante: la gobernanza criminal no se limita a zonas donde el Estado está ausente. Por el contrario, también se manifiesta en contextos con una fuerte presencia institucional. En barrios periféricos de las grandes ciudades brasileñas, por ejemplo, coexisten comisarías, escuelas públicas y centros comunitarios controlados por pandillas. Este escenario caracteriza lo que los investigadores denominan un «complemento perverso»: el crimen no reemplaza al Estado, sino que actúa como un parásito, llenando los vacíos de confianza y previsibilidad
Comparaciones regionales
Brasil no es un caso aislado, pero ocupa una posición crítica. En países como México y Colombia, las tasas rondan el 20% al 22%, concentrándose en regiones con fuerte presencia de cárteles y grupos armados. En El Salvador, antes de la tregua parcial entre el gobierno y las maras, la tasa superaba el 30%, lo que refleja la capacidad de las pandillas para regular incluso la circulación de personas y mercancías en ciertos territorios.
Sin embargo, la ventaja única de Brasil reside en su escala y diversificación. El país combina mercados ilícitos clásicos (narcotráfico, contrabando de cigarrillos y armas) con sectores estratégicos de la economía formal, como el combustible, la logística portuaria y la minería. Esta hibridación amplía el alcance de la gobernanza criminal, haciéndola aún más resiliente.
Conexión con el Carbono Oculto
La operación brasileña confirma empíricamente las conclusiones del estudio. Gobernanza criminal:
- Está estructurado en sofisticadas redes logísticas y financieras;
- Opera bajo la apariencia de legalidad documental;
- Gana legitimidad funcional entre los actores privados al ofrecer previsibilidad y márgenes de ganancia.
En otras palabras, el Carbono Oculto no es un accidente, sino la expresión de un patrón estructural: donde falla la gobernanza aduanera, prospera la gobernanza criminal.
V. Impactos sistémicos
Los efectos de la gobernanza criminal revelados por el Carbono Oculto trascienden el ámbito fiscal. Afectan la economía, los consumidores, la credibilidad institucional e incluso la posición internacional de Brasil. Los principales impactos se destacan a continuación.
- Erosión de los ingresos públicos
La Secretaría de Hacienda estimó que, solo en el sector de combustibles, las operaciones de Carbono Oculto generaron R$8.670 millones en créditos fiscales indebidos. Si se incluyen las transacciones financieras sospechosas (R$52.000 millones) y las importaciones fraudulentas (R$10.000 millones), la posible pérdida de ingresos supera los R$15.000 millones anuales.
En términos comparativos, esta cifra corresponde a casi el 0,15% del PIB de Brasil. A efectos de escala, equivale al presupuesto de un año entero del Ministerio de Cultura o a la mitad del presupuesto del Programa de Farmacia Popular. Por lo tanto, la erosión de los ingresos no es solo un problema contable: representa un debilitamiento de la capacidad del Estado para implementar políticas públicas.
- Distorsión de la competencia
Las empresas que operan dentro de la legalidad se ven directamente perjudicadas. Al no pagar impuestos y adulterar productos, las redes criminales pueden reducir artificialmente sus precios, expulsando del mercado a los operadores tradicionales. El resultado es un entorno económico en el que la delincuencia goza de una ventaja competitiva, lo que erosiona las bases del emprendimiento legítimo.
Esta distorsión también desalienta la inversión extranjera. Las multinacionales de los sectores energético y logístico se muestran reacias a expandir sus operaciones en un mercado donde las cadenas de suministro formales compiten con estructuras criminales con igual o mayor eficiencia operativa.
- Perjuicio al consumidor
El impacto directo recae en los ciudadanos comunes. Los combustibles adulterados perjudican el rendimiento de los vehículos, aumentan las emisiones contaminantes y causan daños ambientales. Además, los consumidores pagan por un producto fraudulento mientras soportan indirectamente los costos fiscales del esquema mediante el aumento de impuestos para compensar la evasión.
Según estimaciones de la ANP, una manipulación a una escala como la de Carbono Oculto podría resultar en pérdidas de hasta R$4 mil millones anuales en daños a motores y equipos. Esto representa una transferencia del costo del delito a la sociedad.
- Fragilidad de la cadena logística internacional
La introducción de insumos adulterados en las cadenas de suministro formales contamina el comercio internacional. Cuando el metanol ingresa al Puerto de Paranaguá con la documentación adecuada, pero es desviado, se crea un precedente de desconfianza que afecta no solo al sector de combustibles, sino también a la credibilidad del sistema portuario brasileño.
Los socios comerciales internacionales perciben estos episodios como indicios de riesgo regulatorio. A mediano plazo, podrían resultar en la imposición de barreras técnicas y sanitarias adicionales a Brasil, lo que incrementaría el llamado «costo Brasil» y reduciría la competitividad externa.
- Erosión de la confianza institucional
Quizás el impacto más profundo sea la erosión de la confianza. La percepción de que facciones criminales controlan cadenas de suministro enteras y financian operaciones multimillonarias socava la credibilidad de la Hacienda Federal, la Agencia Nacional del Petróleo (ANP) y el propio gobierno brasileño.
Esta pérdida de confianza crea un círculo vicioso: cuanto más percibe la sociedad la ineficacia del Estado, más espacio se abre para que las facciones asuman el papel de proveedoras de orden y previsibilidad. Es entonces cuando la gobernanza criminal se convierte no solo en una alternativa, sino también en la preferida por actores privados que la consideran una fuente de mayor estabilidad que las instituciones formales.
VI. La promesa de la gobernanza aduanera
Si el Carbono Oculto reveló el poder de la gobernanza criminal, la pregunta persiste: ¿qué respuesta institucional puede enfrentarla? La respuesta reside en fortalecer la gobernanza aduanera moderna, un concepto ya consolidado en los marcos regulatorios internacionales.
El marco SAFE de la OMA
El Marco de Normas SAFE para Asegurar y Facilitar el Comercio Mundial, publicado por la Organización Mundial de Aduanas en 2005 y actualizado en 2021, sentó las bases de las aduanas modernas. El documento consagra tres pilares fundamentales:
- Trazabilidad de los operadores a lo largo de la cadena logística;
- Identificación del beneficiario final (UBO), garantizando la transparencia sobre quién controla realmente la operación;
- Cooperación entre las aduanas y el sector privado, reconociendo que las aduanas por sí solas no pueden hacer frente a las redes criminales globales.
SAFE inspiró la creación de programas de Operador Económico Autorizado (OEA) en más de 70 países. Sin embargo, su implementación es desigual y Brasil aún carece de una integración plena entre todos los actores de la cadena.
CTPAT en los Estados Unidos
En Estados Unidos, la Asociación Aduanera y Comercial contra el Terrorismo (CTPAT), creada en 2001 tras los atentados del 11 de septiembre, se ha convertido en un modelo global de gobernanza aduanera. El programa va más allá de la facilitación del comercio: es un instrumento de seguridad nacional.
En el marco del CTPAT, el agente de aduanas es un actor central. No son solo procesadores de documentos, sino profesionales certificados y supervisados, responsables de garantizar el cumplimiento y la seguridad. Esto otorga a la Aduana estadounidense un alcance institucional que Brasil aún no ha alcanzado.
El Código Aduanero de la Unión Europea
En 2016, la Unión Europea consolidó el Código Aduanero de la Unión (CAU), que refuerza la importancia del cumplimiento normativo. El régimen europeo combina la digitalización integral de los procesos con programas de Operador Económico Autorizado (OEA), en los que los operadores privados asumen responsabilidades de seguridad y cumplimiento normativo a cambio de beneficios comerciales.
Este modelo ha demostrado ser eficaz para reducir los costos logísticos, aumentar la confianza entre socios comerciales y, sobre todo, proteger las cadenas de suministro frente a los riesgos de fraude y terrorismo.
Los modelos asiáticos: Singapur y Corea del Sur
En Asia, países como Singapur y Corea del Sur han ido más allá. Singapur transformó su departamento de aduanas en una agencia nacional de inteligencia logística, integrando datos de comercio exterior con sistemas de monitoreo financiero. Corea del Sur, por su parte, utiliza plataformas digitales en tiempo real que conectan a corredores, importadores, exportadores y autoridades, garantizando una visibilidad completa de las operaciones.
Estos ejemplos demuestran que la gobernanza aduanera no es solo un mecanismo de recaudación de ingresos ni una burocracia fronteriza. Es una política de Estado que combina seguridad, competitividad y credibilidad internacional.
Asimetría Brasileña
Brasil dio un paso importante al firmar el Acuerdo de Reconocimiento Mutuo (ARM) con Estados Unidos en 2022. Sin embargo, la asimetría persiste. Mientras que en EE. UU. los agentes de aduanas son agentes de seguridad certificados por CTPAT, en Brasil siguen excluidos del Programa OEA.
Esta exclusión debilita la gobernanza aduanera nacional y explica en parte cómo operaciones fraudulentas a gran escala, como Carbono Oculto, han prosperado bajo la apariencia de legalidad.
VII. Cumplimiento y cultura institucional
La Operación Carbono Oculto expuso con crudeza la fragilidad estructural de la cultura de cumplimiento en Brasil. No se trata de ausencia de normas: abundan leyes, programas y manuales. El problema es más hondo: la incapacidad de transformar reglas escritas en prácticas sistémicas y en valores organizacionales. El cumplimiento, reducido a un adorno retórico, no alcanza a permear las dinámicas de la cadena logística ni a blindar al Estado frente a las redes criminales.
Subvaloración y subfacturación: la distinción olvidada
Augusto Fauvel (2025) insiste en una diferencia que el discurso oficial prefiere diluir:
- Subvaloración: error técnico, producto de divergencias interpretativas en los métodos de valoración aduanera.
- Subfacturación: fraude intencional, sostenido en falsedad ideológica o material, que constituye delito fiscal y aduanero.
Carbono Oculto no deja lugar a dudas: no hubo vacíos metodológicos ni ambigüedades técnicas; hubo fraude consciente, reiterado, industrializado. Insistir en confundir los fenómenos es conceder impunidad. Reconocer la distinción es condición para diseñar políticas públicas que no se pierdan en eufemismos.
Gobernanza penal y cumplimiento normativo
La gobernanza penal contemporánea no se agota en castigar conductas. Es un sistema de dirección, coordinación y prevención frente a riesgos sociales y económicos. En ese entramado, el compliance se erige como instrumento estratégico: intersección de derecho penal, regulación, ética empresarial y política criminal.
No basta reprimir; urge anticipar y contener. Para ello se requiere una gobernanza multinivel: ministerios públicos, jueces, fuerzas armadas y policiales; organismos internacionales como UNODC, FATF/GAFI, INTERPOL; y actores privados —empresas, gremios, operadores aduaneros— que ya no pueden refugiarse en la neutralidad del mercado.
La dimensión estratégica es clara: proteger el bien jurídico colectivo —seguridad, orden público, mercados transparentes— mediante la coordinación de políticas públicas y herramientas de cumplimiento. El compliance efectivo no se limita a códigos o manuales; exige programas anticorrupción, antilavado, contra el financiamiento del terrorismo y el fraude transnacional, acompañados de fiscalización y auditoría permanentes.
Las referencias internacionales son ineludibles:
- FATF/GAFI, con sus recomendaciones sobre prevención de lavado y financiamiento del terrorismo.
- UNODC, con las Convenciones de Palermo y Mérida.
- ISO 37001, como estándar antisoborno.
Pero el desafío no es normativo: es de efectividad. Adoptar códigos sin medir impacto es simulacro. La gobernanza penal del siglo XXI solo se comprende con cumplimiento real, trazable, evaluable. Y su reto mayor es trascender al Estado, consolidando un sistema de corresponsabilidad global.
El papel del cumplimiento
El cumplimiento aduanero es mucho más que obedecer reglas. Es construir mecanismos internos para prevenir, monitorear y responder a riesgos. Allí donde el compliance es cultura y no simple trámite, el fraude sistémico retrocede.
- Unión Europea: el régimen OEA obliga a demostrar controles internos robustos, otorgando a cambio reputación y beneficios comerciales.
- Estados Unidos: el CTPAT impone auditorías periódicas y sanciona con la exclusión inmediata el incumplimiento.
- Singapur: la digitalización permite rastrear transacciones en tiempo real, cruzando datos entre importadores, bancos y autoridades.
Son modelos que convierten al compliance en valor tangible, no en discurso.
Jurisprudencia y comparaciones
En Brasil, el STJ ya reconoció que facturas comerciales falsificadas son prueba suficiente para abrir investigaciones por delitos financieros. Sin embargo, la jurisprudencia permanece aislada: no se tradujo en política sistémica de prevención.
México ofrece contraste. Allí, la jurisprudencia del Supremo derivó en reformas legales que articularon aduanas e inteligencia financiera. Brasil, en cambio, sigue tratando el cumplimiento como asunto marginal, empujado por iniciativas privadas más que por convicción estatal.
Conclusión parcial
Carbono Oculto mostró que reaccionar cuando el fraude ya alcanza miles de millones es inútil: se combate la sombra, no la raíz. Sin cultura institucional de cumplimiento, la gobernanza aduanera seguirá rehén de la improvisación. El desafío es claro: hacer del compliance un valor organizacional real, articulado con prevención, cooperación y sanción, capaz de detectar inconsistencias antes de que se conviertan en crisis sistémicas.
VIII. El agente de aduanas como eslabón perdido
Uno de los puntos más críticos en la comparación entre la gobernanza criminal y la gobernanza aduanera en Brasil es la exclusión histórica de los agentes de aduanas de los programas de certificación y cumplimiento.
La visión de Thompson
Según Joe Henry Thompson, el agente aduanal ocupa una posición única: actúa como enlace entre el comercio exterior y el gobierno. Por lo tanto, debe ser reconocido como responsable de la prevención del blanqueo de capitales y la lucha contra el fraude aduanero. Su función no es meramente burocrática, sino estratégica: analiza documentos, identifica inconsistencias, contrasta información y señala riesgos.
El contraste internacional
En Estados Unidos, los agentes de aduanas son un componente clave del CTPAT. Se estima que más de 10,000 agentes están registrados y certificados, y operan como agentes de seguridad en la cadena de suministro. Son auditados y capacitados periódicamente, y se les exige responsabilidad por cualquier falla.
En la Unión Europea, el régimen OEA (Operador Económico Autorizado) incluye a agentes de aduanas, transportistas, almacenes y distribuidores. En 2024, más de 17.000 operadores estaban certificados, lo que abarca una parte significativa del comercio exterior europeo.
En Asia, Singapur y Corea del Sur han desarrollado modelos aún más avanzados, integrando a los transportistas y operadores logísticos en plataformas digitales que monitorean cada transacción en tiempo real. El resultado es una red de cumplimiento que amplía las capacidades de prevención del gobierno.
Exclusión Brasileña
En Brasil, por el contrario, los agentes de aduanas quedan fuera del Programa OEA. Esto significa que la primera línea de defensa —el mismo profesional que podría detectar irregularidades en facturas, licencias o declaraciones— queda institucionalmente marginada.
Esta exclusión explica en parte el auge de operaciones como Carbono Oculto. Sin intermediarios involucrados en mecanismos formales de cumplimiento, la gobernanza aduanera perdió su alcance y abrió el camino para que la gobernanza criminal consolidara su presencia.
Propuesta de reinserción estratégica
Revertir esta asimetría es esencial. La reincorporación de los despachadores como agentes certificados y supervisados debe seguir tres pautas:
- Certificación obligatoria en normas de cumplimiento y prevención de lavado de dinero;
- Responsabilidad estricta, con sanciones proporcionadas en caso de negligencia;
- Integración digital, garantizando que los despachadores tengan acceso a plataformas de cruce de datos en tiempo real.
Este cambio no sólo fortalecería la gobernanza aduanera, sino que también acercaría a Brasil a los estándares internacionales, fortaleciendo su credibilidad en los acuerdos comerciales y sistemas de reconocimiento mutuo.
IX. Redes contra redes
La Operación Carbono Oculto dejó claro que ninguna institución por sí sola es capaz de enfrentarse a las complejas redes criminales. El crimen opera en redes, interconectando logística, finanzas, empresas fantasma, operadores de mercado e incluso sofisticados instrumentos de inversión. Por lo tanto, la respuesta solo puede provenir de una red: una gobernanza aduanera interinstitucional, basada en la cooperación continua.
Articulación nacional
En Carbono Oculto, la integración fue crucial. La Secretaría de Hacienda Federal se encargó del seguimiento fiscal y aduanero; la Policía Federal dirigió la investigación penal y las medidas cautelares; el Ministerio Público Federal coordinó la persecución penal; la Agencia Nacional del Petróleo aportó su experiencia regulatoria; y las Secretarías de Hacienda Estatales apoyaron la inspección de gasolineras y distribuidores.
Este acuerdo generó una sinergia sin precedentes. Se emitieron más de 350 órdenes de registro e incautación en ocho estados, y se inspeccionaron 1000 puntos de control en diez. La coordinación entre agencias, a menudo fragmentada, en esta ocasión funcionó como un bloque, demostrando la solidez de una red institucional bien estructurada.
Modelos internacionales de grupos de trabajo
Esta lógica no es nueva en el ámbito internacional. En Estados Unidos, las operaciones conjuntas entre la Administración para el Control de Drogas (DEA), la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI) han sido cruciales para desmantelar redes de contrabando técnico y blanqueo de capitales. En la Unión Europea, Europol y la OLAF (Oficina Europea de Lucha contra el Fraude) coordinan investigaciones transnacionales sobre fraude aduanero, corrupción y crimen organizado, con una sólida integración digital entre los Estados miembros.
La lección común es simple: solo las redes pueden enfrentarse a las redes. Cuando la delincuencia se organiza globalmente, la respuesta debe ser igualmente global, integrando aduanas, unidades de inteligencia financiera, fuerzas del orden y el sector privado.
La nueva frontera
Fue en este contexto que el secretario especial de la Receita Federal, Robinson Barreirinhas, definió el Carbono Oculto como un marco de transición:
Es la mayor acción jamás tomada contra un pilar del crimen organizado. Pero no es el final: es el comienzo de una nueva frontera entre aduanas, finanzas y seguridad.
Su discurso apunta al futuro de la gobernanza aduanera moderna: trascender la perspectiva limitada de la recaudación de ingresos y asumir un papel estratégico en la protección de la economía. Esta «nueva frontera» requiere integración tecnológica (algoritmos, big data, inteligencia artificial), cooperación interinstitucional y alineación internacional.
Conclusión parcial
Hidden Carbon demostró que Brasil puede generar respuestas eficaces cuando articula redes institucionales sólidas. Pero también demostró que, mientras la gobernanza aduanera no se consolide como una red permanente y estructurada, el país seguirá reaccionando esporádicamente, mientras que la gobernanza criminal continúa expandiéndose.
X. Conclusión: la elección entre dos modelos
La Operación Carbono Oculto no solo fue la mayor acción jamás emprendida contra el fraude en el sector de los combustibles. Fue un punto de inflexión en la comprensión de que Brasil vive en constante tensión entre dos sistemas de gobernanza:
- Gobernanza criminal, consolidada en cadenas logísticas y financieras, capaz de mover miles de millones con apariencia de legalidad, ofrecer previsibilidad a sus operadores y capturar sectores estratégicos de la economía.
- La gobernanza aduanera moderna, aunque todavía incompleta, si se fortalece, puede convertirse en un pilar de seguridad económica y reputacional, alineada con las mejores prácticas internacionales.
El discurso de Márcia Meng reveló la magnitud del problema: la delincuencia ha pasado de ocultar dinero en depósitos clandestinos a la bancarización y la legitimación de recursos en los mercados de capitales. El discurso de Robinson Barreirinhas señaló el horizonte: la necesidad de una nueva frontera, donde las aduanas, las finanzas y la seguridad se integren en un sistema de protección estratégico.
Riesgos para el Mercosur y los acuerdos internacionales
Si Brasil no fortalece su gobernanza aduanera, las consecuencias se extenderán más allá de las fronteras nacionales. Los socios del Mercosur podrían considerar al país como un eslabón débil en la cadena de seguridad regional, imponiendo controles adicionales a las exportaciones brasileñas. El mismo riesgo se aplica a acuerdos más amplios, como el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea: sin garantías de trazabilidad y cumplimiento, los operadores europeos tenderán a imponer barreras técnicas o restringir los beneficios arancelarios.
Además, organizaciones multilaterales como la OCDE y el GAFI ya evalúan la capacidad de los países para prevenir el blanqueo de capitales relacionado con el comercio. Brasil, que busca mayor prominencia internacional, no puede ignorar que episodios como el de Carbono Oculto socavan su reputación.
Una decisión estratégica
La elección que enfrenta Brasil es binaria: o el país consolida una gobernanza aduanera moderna, reinsertando al agente de aduanas como sujeto de cumplimiento, integrando plataformas digitales en tiempo real y alineándose a los estándares internacionales; o seguirá conviviendo con la expansión de la gobernanza criminal, que ya alcanza a más del 26% de la población, según Cambridge University Press (2025).
Esta decisión no es meramente técnica o administrativa. Es estratégica. Implica definir si Brasil quiere ser pionero en el comercio legítimo o aceptar la captura de criminales como parte del funcionamiento de la economía formal.
Conexión con el debate regional
En la revista Perfil Aduanero (número 4, agosto de 2025), en el artículo «Aduanas, seguridad estratégica y guerra logística: apuntes para una nueva arquitectura de control internacional», ya se advertía que el modelo actual de análisis aduanero latinoamericano carece de una doctrina de seguridad nacional e internacional. Carbono Oculto confirma esta advertencia: cuando las aduanas se limitan a la recaudación de impuestos, abren la puerta a que los delincuentes impongan su propia doctrina, basada en la captura de cadenas de suministro y la bancarización de actividades ilícitas.
Cierre
El futuro de la política aduanera brasileña depende de reconocer este dilema. Mientras las aduanas se consideren una oficina tributaria, la gobernanza criminal seguirá expandiéndose. Pero si Brasil adopta las aduanas modernas como una institución estratégica de seguridad, no solo podrá neutralizar fraudes multimillonarios, sino también reposicionarse en el escenario internacional como un socio confiable e innovador.
En este sentido, Carbono Oculto no es solo una operación represiva. Es un hito histórico que expone el precio de la omisión y señala una decisión inaplazable.
Referencias
Fuentes oficiales
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BRASIL. Receita Federal do Brasil; ESTADOS UNIDOS. Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Acuerdo de Reconocimiento Mutuo (ARM) Brasil–EE.UU. – OEA ↔ CTPAT. Brasília/Washington D.C., 16 sep. 2022.
Fuentes periodísticas
CNN BRASIL. Vea las instituciones del mercado financiero que son objetivo de la operación de la Policía Federal. São Paulo, 28 ago. 2025.
FOLHA DE S. PAULO. Operación contra el PCC apunta a importaciones de metanol vía Paranaguá. São Paulo, 28 ago. 2025.
G1 – GLOBO. “En Narcos, los traficantes enterraban dinero; hoy lo bancarizan y colocan en el mercado de capitales”, dice Receita. Río de Janeiro, 28 ago. 2025.
INFOMONEY. Operación “Carbono Oculto”: entienda el esquema multimillonario en el sector de combustibles. São Paulo, 28 ago. 2025.
Marcos internacionales
GRUPO DE ACCIÓN FINANCIERA INTERNACIONAL (GAFI/FATF). Blanqueo de capitales basado en el comercio: tendencias e indicadores. París: GAFI, 2022.
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NACIONES UNIDAS. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (Convención de Mérida). Nueva York: ONU, 2003.
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE ADUANAS (OMA). SAFE Framework of Standards to Secure and Facilitate Global Trade. Bruselas: OMA, 2021.
ESTADOS UNIDOS. Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Customs Trade Partnership Against Terrorism (CTPAT) Program Guide. Washington D.C., 2023.
Doctrina y estudios académicos
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